lunes, 25 de marzo de 2013
Primer recuerdo de la bitácora: La fragilidad de la vida y el amor
Tengo cuatro años.
decorado con grabados de pájaros;
Son loros y guacamayos, tucanes.
Vengo del colegio,
del parvulario.
Me dirijo a mi madre,
le pregunto:
-Mamá, ¿yo algún día me moriré?.
Hay un silencio incómodo,
nadie se espera eso de una niña.
-Hum, bueno, que pregunta...
-Pero algún día me moriré, ¿no, Mamá...?
-Sí.
La respuesta crea un eco,
es como si el tiempo se hubiera detenido.
-¿Y cuándo será eso, Mamá?
¿Cuántos años me quedan?
-Cállate, eres una niña impertinente.
-Yo lo quiero saber, Mamá, ¿cuántos años,
70, 80, 100 años?
eres todavía muy pequeña.
-Yo sé que un día me moriré, Mamá. Lo sé.
-Si hija, pero para eso queda aún mucho tiempo,
vamos, te voy a preparar la merienda...
- Y el amor, mamá, ¿Me enamoraré, Me casaré, me querrán?
- A este paso, no te aguantara nadie, hasta a las profesoras del colegio
las tienes horrorizadas....
Atardece en un
recibidor polvoriento, con armarios polvorientos en una ciudad provinciana
hecha de polvo.
1969, Valencia,
España.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
...muY BueNA!..xx
ResponderEliminar¡Gracias!
Eliminar